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lunes, 5 de noviembre de 2007

EL PERONISMO DESDE LA IZQUIERDA

EL PERONISMO DESDE LA IZQUIERDA

Históricamente, el comunismo y el peronismo mantuvieron un enfrentamiento singular, si se tiene en cuenta que en su representación convergían intereses similares. A su vez, dicha enemistad no resulta tan extraña si se entiende desde el aspecto competitivo. No sólo con frecuencia se disputaban la atención del mismo sector, sino que a éste lo llamaban de manera diferente. La distancia entre <> y <> o entre <> y > no es trivial, pues denota la desigualdad en el lenguaje con el que se dirigían a la clase trabajadora, desde dos ideologías totalmente disímiles. Estas diferencias parecen pulirse en la década del sesenta, en un proceso protagonizado por la Nueva Izquierda que, por cierto, no deja de estar influenciada por lo que previamente se había llamado izquierda nacional.

Ahora bien, para comprender la evolución de sectores de la izquierda hacia el peronismo revolucionario, me siento obligada a ocuparme antes que nada del pensamiento marxista-nacional, cuyo origen es previo al derrocamiento de Perón.

Aquellos pensadores marxistas que se vincularon estrechamente con el nacionalismo y dieron a luz un pensamiento particular, fueron denominados por Mario Amadeo como izquierda antiliberal, y por el sacerdote ultraderechista Julio Meinvielle, como nacionalismo marxista.

Durante la Revolución Libertadora, esta corriente se ocupó de reivindicar el rol del peronismo como expresión del proletariado. Entre sus máximos exponentes se hallan Rodolfo Puiggrós (había sido expulsado de PC en 1946 por sostener una posición contraria al partido frente al peronismo) y Jorge Abelardo Ramos (proveniente del ala trotskista que había apoyado a Perón desde el Partido Socialista de la Revolución Nacional).

Así como en el década del setenta, el Ejército Revolucionario del Pueblo (trotskista-guevarista) consideraba al peronismo como un "dique de contención" de la revolución; previamente, la izquierda nacional había entendido a la Revolución Libertadora como un obstáculo que frenaba el proceso de liberación nacional, emprendido por el peronismo. En su esquema de país dependiente, los militares "libertadores" encarnaban al imperialismo propiamente dicho y a la dominación colonial. Ramos ya criticaba al PSA y PC porque no habían podido conformar un verdadero partido del proletariado, falencia que había posibilitado el ascenso de Perón. Así, se trazaba un paralelo entre la época de la Libertadora y la década infame.

Mientras, los sectores liberales experimentaban cierta desilusión con respecto al gobierno de Aramburu, la producción literaria de la izquierda nacional buscaba su lugar entre las aulas de la Universidad. Los trabajadores dejaban de ser los únicos receptores del pensamiento pro peronista. Historia crítica de los partidos políticos argentinos (1956) de Rodolfo Puiggrós y Revolución y contrarrevolución en la Argentina (1957) de Jorge Abelardo Ramos empezaban a ganar terreno en un espacio antes desconocido para el peronismo: las clases medias universitarias. En lo que concierne al sector, Silvia Sigal clasifica al período comprendido entre los años 1955 y 1966 como <<universidad reformista>>.

Como se explica más adelante, el estudiantado sufre un doble proceso de socialización y peronización, que se inicia a fines de los sesenta. No sólo buscaron acercarse al mundo obrero sino que además, en los primeros años de la década siguiente, especialmente en 1972 (con el auge de la campaña de Cámpora), los universitarios se afiliaron masivamente a las juventudes peronistas.

Si bien la Revolución Argentina representó un retroceso en materia de autonomía universitaria, el estudiantado respondió activamente y protagonizó un intenso proceso de politización. La intervención de 1966 y las medidas represivas del gobierno de Onganía no impidieron que sobre el filo de la década del setenta, se incorporaran profesores de las filas progresistas o incluso peronistas. Por entonces, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, se fundaron las llamadas "cátedras nacionales" de impronta antiimperialista y tercermundista. A su vez, en algunas facultades se crearon cátedras específicas sobre la problemática latinoamericana.

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